lunes, 1 de marzo de 2010

Mi analogía del Politólogo

Quiero confesar que dentro de muchas otras cosas, puedo decir que me encuentro clavado -si se me permite decirlo- de la Ciencia Política, lo más fascinante es que tan sólo es una pequeña parte de ella la conozco.

Hay una analogía que disfruto compartir para hacer más entendible el trabajo y la labor de los politólogos, esta es que: así como existen diversos tipos de médicos y especialistas en la medicina y el cuerpo humano (ginecólogos, oftalmólogos, neurólogos, pediatras, etcétera) existe entre los politólogos en general y especialistas, especialistas en desarrollo, en conflictos, en partidos políticos, gobiernos, etc. El politólogo es el profesional que estudia la política y cada una de sus ramificaciones. Y desde mi perspectiva la política empieza con la interacción entre dos o más individuos, es inherente a nosotros mismos, está ahí queramos o no. Es por ello que en sentido estricto la sentencia más absurda de un individuo es declararse “apolítico”. Decir: "soy apolítico".

Así como simplemente existen médicos diagnostas existen politólogos diagnostas. En la ciencia política a diferencia de la medicina ejecutar el diagnostico pudiese ser lo más complejo, pues no depende del politólogo la ejecución de la solución propuesta, no así en medicina (es la diferencia entre las ciencias exactas y las ciencias sociales).
Con lo anterior pudiese surgir una pregunta en cierta medida lógica: ¿son los politólogos quienes deberían gobernar?

La respuesta es en cierta medida simple. Todo gobierno como todo buen hospital debiese concentrar a un equipo profesional, diverso, equilibrado y eficiente de especialistas. El politólogo puede gobernar o no, pero es indispensable contar con ellos directamente en un gabinete o equipo de gobierno. Por otro lado no pudiésemos sólo tener politólogos en un gobierno o gabinete por dos obvias razones, una que no se especializan en áreas eminentemente técnicas, la segunda es que desde el punto de vista de la pluralidad democrática –si existiese en una sociedad- sería excluyente y por tanto constituiría una acción no democrática, aún y cuando fueran los mejores (es el problema de las democracias. Hablaré de ello en otra ocasión, como en democracias, democracias no educadas las mayorías tienen derecho simplemente por el hecho de ser mayoría a  exigir y pugnar por el derecho a lo estúpido o lo vulgar –lo que comparto ampliamente con Gasset y Sartori).

Así como en toda actividad, hay médicos, arquitectos, políticos, ingenieros, abogados, profesionistas dedicados a su trabajo y aquellos que sólo se mueven por intereses egoístas, carentes de toda visión social, existen muy diversas clases/tipos de politólogos. No buenos, no malos, simplemente como todo humano.

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